No he podido evitarlo-
Y reconocerlo me lleva a presentar
mis disculpas ante una parte de ustedes, receptores de esta reflexión, que
carecen del dato que ahora les digo. Otra parte me entenderá.
Hoy, al poner mano a la obra sobre la
presente reflexión, tenía muy presente la reunión de Formación del pasado
martes en la que estuvimos tratando de profundizar en el significado bíblico del pasaje del ciego de Jericó,
Bartimeo, y de tirar, separar de él, su manto cuando opta, se levanta con la
decisión de buscar a Jesús y de seguirle.
Luego explicaré por qué.
He comenzado fijándome en el relato
de las tentaciones del desierto. Ciertamente, somos conscientes de que tales
tentaciones son elaboraciones que, como arquetipos y prototipos, nos muestran
un paisaje más amplio.
Por eso me puse a abrir las ventanas
y fui enumerando, sin pretender agotarlas, actitudes concretas que subyacen en
las referidas tentaciones.
Así fueron apareciendo el
listado que os comparto a continuación:
· Avaricia,
· Poder,
· Dominio,
· Prestigio,
· Fama,
· Protagonismo,
· Corrupción,
· Venderse, prostituirse (no me refiero a un sentido sexual),
· Idolatría,
· Fanatismo,
· Comodidad,
· Elitismo,
· Clasismo,
· Tráfico de influencias,
· Caprichos,
· Lo conveniente (pan) , (también despilfarro, tener) anulando lo esencial
(Vida)
· Etc, etc, (añade si tienes alguna más)
Acordándome de la experiencia ya citada sobre
el texto de Bartimeo, entendía que todo ese listado era, era, en muchos
casos, en los que sea, la urdimbre y la
trama con la que tejemos muchos de los
mantos en los que nos cobijamos, abrigamos, protegemos y alimentamos nuestra
persona, nuestro ser y nuestro hacer.
El rechazo de Jesús no es una
actuación teatral contemplada en un escenario y que luego recibiría aplausos,
vítores, rezos y reverencias mientras cae el telón para ser olvidada al
apagarse la luz de las bambalinas.
El rechazo, la negativa de Jesús en
las tentaciones, es invitarnos a tirar el manto, a dejarlo al borde del camino,
como hizo Bartimeo, ese manto en el que nos refugiamos y no nos deja crecer
como imagen suya (Génesis, Creación) Por ello, las respuestas alternativas que
propone.
Y es que, en el medio del jardín, en
el medio y en el centro de la realidad humana (Paraíso) está el árbol de la
vida para que todos participemos de él. No es el engaño de la serpiente:
participar de él para que seamos como dioses por encima de los demás.
Participar de la vida, construirla, llenarnos de ella para que todos podamos
participar de Dios.
No hay que entender, pues, la
cuaresma en el signo de ayunar y no comer carne sino en la opción de
solidarizarme con los que ayunan por imposición para que todos podamos comer y
compartir la carne que tengo en el frigorífico. Obviamente habrá alguna que no
me coma para que pueda comer todo el mundo o cuantos más posibles, mejor.
Y una cuaresma así será camino hacia
la Pascua, hacia la resurrección, pero lo será en todo tiempo, a lo largo del
recorrido histórico de cada uno de nosotros.
En resumen: Cuaresma significa estar
arrojando el manto, y esto permanentemente. Por eso son cuarenta días.
Celebramos la cuaresma si lo estamos
haciendo.
La cuaresma no es, con exactitud,
TIEMPO de conversión. Es TIEMPO DE CELEBRAR que una de las actitudes que nos
está construyendo es la CONVERSIÓN. Y esto es permanente.
Feliz Cuaresma.
Un abrazo
José Luis Molina
26 de febrero del 2023.
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