domingo, 11 de febrero de 2024

LA LEPRA, MAS QUE UNA ENFERMEDAD

 



 

 Hoy, en la primer lectura y el Evangelio tenemos un ejemplo clarísimo de la necesidad de saber situarnos ante la biblia cuando nos disponemos a leerla o escucharla como Palabra de Dios, como un espacio de fe a través del cual Dios se comunica con nosotros, cuando esos textos llega hasta nosotros y nos ofrecen la posibilidad de vivir su presencia en el mundo. Por el contrario podemos hacerle decir  cosas que son diametralmente opuestas a lo que él nos dice, a lo que él es. Y de  eso, por desgracia, hay demasiados ejemplos.

Voy a ir intentando expresar mi pensamiento y mi reflexión respaldado desde los propios textos bíblicos.

El texto del Levítico, primera lectura, es duro. Incluso podría parecer cruel y despiadado. Pero hay que tener en cuenta algo

El texto se refiere a Israel andando por el desierto. Está referido a una población que camina apiñada, en estrecho contacto de unos con otros y por ello, muy fácil el contagio. La medida es sacarlo del campamento, ponerlos en situación de cuarentena, para evitar la propagación de enfermedades, cosa fácil , pues tampoco podrían ser demasiado eficaces las condiciones higiénicas.

Estas enfermedades, consideradas como castigo divino, hace que,  a  quienes las padecen, se les considere impuros. Pero no se renuncia a ellos. Irán alrededor del campamento, caminando con él, pero desde fuera y el pueblo debe dejarles a distancia donde alimentarse. Al mismo tiempo sobre ellos se hace recaer el deber de evitar el contagio. (Sería interesante lo tuvieran en cuenta en época de pandemia, el deber ético de ser responsable de evitar contagiar con posturas sensatas y respetuosas, algo más serio que el negacionismo). Por eso deben ir gritando su situación de apestado, impuro,  para evitar encuentro fortuitos y riesgos de nuevos contagios.

Así  estaba la cosa y, por eso, nacieron estos enunciados en el Levítico, Antiguo Testamento.

Pero aquel pueblo, que colocó a Dios en sus labios, pero no en su corazón, se olvidó de la misericordia para poder comprender a Dios.

Los sacerdotes se consideraron los puros, los intocables e intachables y, ya en Israel (la tierra prometida), interpretando la Palabra literalmente y olvidándose, repito, de la misericordia de Dios, se subieron a un púlpito, se apropiaron de la cátedra de Moisés,  y los  excluyeron del pueblo condenándolos a no vivir en ningún pueblo o aldea, viviendo en cuevas o a un caminar errante. La declaración de impureza era lo mismo que exclusión. No pertenecían al pueblo de Dios.

Haciendo una pequeña intercalación, esto no está muy lejos, es la misma familia que la del racismo, machismo, xenofobia, etc. ¿No creen?

Y ahí, en esa situación, aparece Jesús. ¿Qué es lo que hace?

 

Los cura.

En definitiva, los libera, es devuelve su condición de seres humanos, sus derechos, su dignidad, su pertenencia al pueblo de Dios, destruye el ostracismo, la exclusión, aquello por lo que a unos se les consideraba inferiores. Todo esto con más autoridad  que los poderes que excluyen, condenan.

Estos poderes rompen líneas rojas.  Jesús, Dos actuando en Jesús, no excluye, integra, llama a su Reino.

Por encima de los preceptos humanos, e incluso de los religiosos, cuando perjudican al hombre, está el ser humano. Por eso se acerca, lo toca,  (cosa prohibida) porque está conmovido, tiene compasión, ha hecho suyo el “paso” de marginación a que está sometido hacia la libertad a la que está llamado.

Esto tiene su dificultad porque va en contra de lo establecido: Revolución del Reino que se hace transformando la vida, destruyendo el clasismo y la jerarquización social en favor de la dignidad de la vida. Admiramos a Jesús viéndole curar leprosos, devolviéndole la dignidad. Pero más importante es comprobar que , ampliando el significado de la lepra, también es un reto para nosotros en nuestro  participar de Jesús.

Ánimo

Un abrazo

José Luis Molina

11 de febrero del 2024.

 

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