sábado, 10 de mayo de 2008

PENTECOSTÉS Y UNA EXPOSICIÓN DE IGOR MITORAJ EN LAS CALLES DE MADRID





Llevo en el pecho al hombre
hecho mujer u hombre
en plena humanidad,
al hombre que, rompiéndose,
restaña cicatrices
y quiere alzar el vuelo
siendo Ícaro o Dédalo,
el hombre que no busca
cera para sus alas
porque estas le nacieron
del tuétano del alma.
Por ese hombre lucho,
por ese hombre sueño,
ese hombre desearía ser
y en ese hombre creo,
nacido de la fuerza
del indómito viento
que le arrancó el sudario
y esparció por el suelo
las vendas, las mordazas
que, en un intento negro,
quisieron impedirle,
sin lograrlo,
querer mirar al sol,
coger el fuego con los dedos
y sentir que la vida
siempre engendraba vida
por regueros de vida.
A ese hombre quiero,
y quiero verlo elevándose
en remolino de viento
transformador y tierno.



A ti si formas parte de esta humanidad a la que quiero.
José Luis

1 comentario:

Miguel Á. Olmedo dijo...

Es un poema realmente extraordinario y bello. De una hondora y, al mismo tiempo, accesibilidad indescriptibles. Rezuma una cultura popularizada envidiable. Me encantaría ser Ícaro para alcanzar el sol de su belleza. Pudiera ser que mis alas se derritieran en el intento, pero el esfuerzo por sobrevolar el laberinto lo compensaría.
Como no podía ser de otra manera, tratándose de un creyente batido en la historia, el poema es todo un canto a la trascendencia y al Resucitado. Dentro de unas horas, lo proclamaré en la Vigilia de Pentecostés. Gracias, Miguel.