miércoles, 18 de diciembre de 2019

VILLANCICO DE LAS PALOMAS






Altos tejados tiene mi casa,
rojizas tejas, perfiles de cal.
En él, construido
desde muchas décadas,
hay un palomar de muchas palomas
que arrullan mis noches,
que arrullan mis días,
que arrullan mis siestas
y que, al despertar,
se arrulla mi alma
con su tierno arrullo.



Palomas, ¿de paz o de guerra?,
¿palomas de fuego?, ¿palomas, no más,
que volando pasan
pero no se quedan?
No. !Es mi palomar.!
Las palomas SON,
son palomas mías,
mío el palomar
y mío su arrullo.



Sus alas evocan
palabras de antaño,
promesas de cielos
sin aún surcar,
y amor y ternura
junto a la alacena
donde guardo siempre
mis besos por dar.



Es mi palomar
campanario humilde
y son mis palomas,
en la Navidad,
canto de alborada
y arrullo de tarde,
y después, muy quedas,
quedarse a velar
al niño nacido
que vino del mar
y aún está en la playa,
playa y mar con algas,
con algas y con sal.

                                José Luis Molina
                                          17 de diciembre 2019


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