Sentí la bofetada
tropezar con mi cara.
Oscuro estaba el mar,
también la noche oscura.
En la playa, ni el faro
hacía brillar la arena.
El agua, en retirada,
no la dejaba húmeda.
Me cogió como nuevo
aquella bofetada.
¿Es aire, sal o espuma
quien me empapa?
Con temor que reprime
mi mano se acomoda a mi mejilla.
No, no quiero engañarme:
Quien sala mis mejillas
son mis lágrimas
José Luis Molina
25 de octubre del 2021
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