sábado, 14 de mayo de 2022

INMOBILARIA "LA NUEVA"

 


Los cristianos del  finales del siglo I, destinatarios del libro del Apocalipsis, viven sometidos a persecuciones. Los ánimos se les están viniendo abajo. Creyeron que “ya”, que la vuelta de Jesucristo era inminente. Pero  las persecuciones y la espera les hace tambalear. Perseguidos, y muchos muriendo, les produce interrogantes, dudas, desconcierto, desánimo. Necesitaban una palabra, una respuesta, un acompañamiento donde encontrar ánimo, fortaleza y sentido.

Este libro se escribe con ese objetivo.

Por eso, el autor, le imprime al libro unos elementos que no se pueden ignorar y no se deben olvidar. Si lo hacemos, y solo leemos lo que dice literalmente y no leemos más allá de las palabras escritas, no lo entenderemos.

Empezaremos por detenernos en el dato de que es un libro escatológico. Es decir, trata de ser palabra que aborda el sentido último de la vida y de la historia. Por ello utiliza un lenguaje simbólico, lleno de arquetipos que hay que ubicar e interpretar adecuadamente. Con estos elementos simbólicos trata de mostrar el fin de la realidad, no los acontecimientos últimos que pondrían fin a la realidad actual.

Y esto, entendido así, es muy importante. Porque se trata de “ahora pero todavía no”, lo cual quiere decir:

·      Que no es una realidad distinta sino en transformación, en cambio.

·      Que ya estamos en ese acontecimiento de cambio porque, cuando entramos en ese dinamismo, aunque no hayamos llegado a la plenitud, ya estamos en ella.

·      Esto daba razonamiento para situarnos  frente a la resurrección en tiempo presente.

Y esto sí era esperanza para aquellos cristianos. Y también es esperanza y sentido para los de hoy.

Lo malo es cuando se nos olvida todo lo anterior y confundimos la escatología con la adivinación de hechos futuros. Entonces la reducimos a una echadora de cartas, una barraca de feria y una bola de cristal, a la que tememos porque nos muestra una escena terrorífica.

 

No, todo el libro del Apocalipsis es un canto de esperanza y  una invitación a cambiar, a transformar la realidad para que lo nuevo, el vivir nuevo, la vida nueva resucitada, la humanidad nueva, que ya ha llegado con Jesucristo, siga avanzando en nosotros.

 


En el fondo el planteamiento es clásico con un aporte de nuevas luces: En resumen, es la realidad, el proyecto de Dios frente a realidades de muerte, dominio, esclavitud, explotación, guerra, etc. Que son elementos constitutivos de la existencia donde estamos.

Se nos invita a no desfallecer, a afianzarnos en el convencimiento del cielo nuevo y la tierra nueva (no distinto sino transformado) que ya está en marcha. Esa sí será morada de Dios.

Dios no ceja. Permanece en el empeño. Todo lo hace nuevo.

Y nosotros estamos llamados a morar así, en esa novedad.

Como siempre dependerá de nuestra opción. La inmobiliaria está funcionando.

Un abrazo

José Luis Molina

15 de mayo del 2022.

 

 

 

 

 

 

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