Esta semana, nada más comenzar a leer
los textos del domingo, me tropiezo con una frase rotunda de los Hechos de los
Apóstoles (5, 29)
“Hay que obedecer a
Dios ante que a los hombres”
Y, a renglón seguido, me acuerdo de
Oscar Romero y de su inolvidable homilía del 23 de marzo de 1980 que preludió
su martirio.
Decía
“ Ante una orden de
matar que de un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice :NO MATAR.
Nadie (ningún soldado)
está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios…. Una ley inmoral
nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia. y de
que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado…”
Y me surge una oración:
Quiero
hablarte, Señor, de lo que tú ya conoces: Quiero hablarte de mi.
En primer
lugar pienso que te necesito, que necesito de ti. Pero necesito que me atrapes.
Muchas veces digo, incluso poniéndome en tu presencia, que esto ha pasado, que me has atrapado desde
hace tiempo. Y no digo que no sea cierto. Pero me reconozco apasionado en un
momento y tibio en muchos. En algunos momentos me como al mundo y en muchísimos
más, como del mundo. Y como el mundo me da de comer, no siempre lo que realmente
necesito, para más inri, pero engañosamente lo aparenta, para seguir teniendo
los favores del mundo, es a él a quien obedezco. Por eso hay momentos en los
que no debería callar, pero callo o, al menos,
hablo y solo digo “lo que se puede decir” y hasta lo que el mundo
permite y tolera.
Necesito
que me atrapes y me encandiles llenándome de valor para no tener miedo a las
opiniones ajenas.
¡Qué
radical la respuesta de Pedro! – tal vez pudiéramos decir hoy … o, ¡No hay que tomarla al pie de la letra.
¡Qué radical la homilía de Romero!. Pero él,
agarrado por ti, no tuvo miedo ni al reproche de la máxima autoridad religiosa
institucional ni a los corazones que matan apuntando al corazón.
También
dijo que si el moría asesinado resucitaría en el pueblo de El Salvador. Veinticuatro
de marzo, día de su resurrección aunque ya se estaba dando la resurrección
desde el momento que comprendió que amarte es hacerlo en los demás a plena
vida.
Tres
veces te digo, Señor, tres veces, pensándolo bien antes de cada una.
· Mira mi cobardía.
· Mira mis razonamientos justificatorios.
Pero tres
veces te digo, mírame y si encuentras sincero mi andarte buscando, dame valor
para no cerrar los ojos.
Amén
José Luis
Molina
1 de mayo
del 2022
1 comentario:
Amén!!! Y Gracias por tú oración, qué también la hago mía para vencer mis cobardías.
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