domingo, 1 de septiembre de 2024

ESCLAVITUD ENTRE AIRES DE LIBERTAD



 

 

Hola: Bonitas las lecturas de hoy para que podamos entender desde ellas la realidad.

Vamos a intentarlo.

Acerquémonos a ellas como a las codornices que cayeron en el campamento para que nos sirvan de alimento.

Acercándonos así, comprobamos un pueblo que utiliza a Dios y lo quiere a la medida de ellos.

Dios les ofreció, les prometió salir de la esclavitud egipcia y construir una vida desde la libertad y la categoría de Pueblo de Dios, pueblo que vive su vida desde el respeto, la solidaridad. Pero lo cierto es que prefería volver a venderse a la esclavitud y la indignidad ante que asumir el precio de la libertad y optar por la identidad que se les ofrece. Esto no fue solo en el desierto.

Es una constante que aparece en la historia una y otra vez. Probablemente lo podemos encontrar en nuestra historia. Disfrazamos de fe las posturas interesadas que nos arriman a Jesús pero no nos ponen en comunión con él. Buscamos nuestra conveniencia. Cuando no la conseguimos, no nos interesa y claudicamos, abandonamos y  tratamos de sobornarlo con promesas y ofrendas.

Una vez más descubrimos un Jesús que no hace proselitismo, que es frontal y llama a las cosas por su nombre con palabras que son duras de oír  cuando descubrimos que también deben interrogarnos a nosotros.

¿Qué buscaban en él? (Pensemos si también nosotros) ¿El bienestar espiritual dejando en la cuneta la vida, su problemática y la humanidad que la sufre?

Hay una pregunta preciosa sobre la que os invito a que os detengáis y reflexionemos.

¿QUÉ TENEMOS QUE HACER PARA QUE NUESTRAS OBRAS SEAN LAS OBRAS DE DIOS?

Aquí, en la respuesta, Jesús sigue siendo igualmente claro. No dice: formar la “religión cristiana”, tened un listado de actos cúlticos y religiosos, etc.

La respuesta, igualmente rotunda es: LA OBRA DE DIOS ES QUE CREÁIS EN AQUEL QUE ÉL HA ENVIADO”

Es decir que creamos, que aceptemos, que asumamos, que hagamos nuestro el compromiso de su tarea que es vida para la humanidad. Es vida de respeto, de dignificación, de justicia, de salvación para la humanidad. Ese es el pan del cielo que él nos da. Pan que lo es para todos

Termino reafirmando una vez más que no se sigue a Jesús por la memorización de una doctrina sino por la renovación de nuestra mente, de nuestro espíritu revistiéndonos de la nueva naturaleza imagen de Dios que nos hace entrar en comunión con Cristo no por la doctrina sino por la vida construida con los demás, a favor de los demás y de todos.

Queda claro que lo anterior no tiene nada que ver con la obra de Dios que se autodenominan OPUS DEI.

Un abrazo-

José Luis Molina

4 de agosto del 2024

 

 

 

 

 

 

 

 

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