domingo, 10 de marzo de 2024

LA ORACIÓN REQUIERE DE HONESTIDAD

 

 



 

¡ Qué impresionante el pasaje del Evangelio de hoy!

Más allá de la literalidad (entenderlo al pie de letra), la literatura, el soporte literario con el que se nos transmite este relato es precioso y profundo y de fuerte experiencia de fe. Es un relato que nos describe la esencia del acontecimiento de la oración. La pena es que en este domingo no se nos ofrece el relato completo. Éste sería Jn 3, 1-21.

Comencemos, aunque esto no aparezca en el fragmento de hoy,  con que Nicodemo ha ido a buscar a Jesús.                           

¿Quién es Nicodemo?. Nicodemo es un fariseo. (Esto, en principio, puede sonarnos mal)

Ha ido de noche, por temor a los judíos, por temor a los que se oponen a Jesús. Pero, a pesar de ese miedo, de esa “cobardía” y de su condición de fariseo, tiene a su favor algo muy importante: Es honesto. Ha oído la Palabra de Jesús y, en sus signos, descubre motivos de respuesta para su esperanza, y se pone en búsqueda.

Por eso se presenta donde Jesús, busca a Jesús, habla con Jesús,  le plantea sus cuestionamientos, sus dificultades vitales desde su condición de creyente en Dios. Y, a pesar de su miedo, ora con Jesús. Hay un diálogo que lo salva, lo redime, lo hace cambiar.

Por eso Juan en su evangelio, al final de él,  (Jn, 19, 39) vuelve a presentarnos a Nicodemo al pie de la cruz, lo cual significa que Nicodemo ha seguido viviendo la experiencia de Dios en Jesucristo.

Y aparece descolgándolo de la cruz para dejar expedito el camino de la resurrección. Y , lo que más curioso, Juan vuelve a situar en Nicodemo el significado de la unción de María en Betania (Jn. 12, 3). Nicodemo lleva un ungüento de mirra y áloe. Es la entrega del discípulo, de la comunidad, a Jesús, a su proyecto.

Y es que en la conversación, Jesús, a pesar de ese miedo, de esa cobardía de Nicodemo, valora la honestidad de la persona y la acoge en el abrigo de su palabra.

Nicodemo, seguro que comprende que Dios no quiere la condena de nadie y, por eso, se abrirá al perdón y, también, entiende que creer en Dios es aceptar lo que nos propone en Jesucristo. Creer de verdad es aceptarlo; Ahí está la salvación. Quien lo rechaza se queda fuera de la vida que él da.

La luz vino al mundo.

Preferir las tinieblas a la luz es quedarse fuera de Dios.

Quien se acerca a la luz hace sus obras según Dios, está participando de él.

Y, después de esto, os invito a que pidamos a Dios que aprendamos a orar. El resultado de la oración de Nicodemo, del encuentro con Jesús, lo recoge al final , a los pies de la cruz, pero pasando por ella.

Un abrazo

José Luis Molina

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