martes, 5 de marzo de 2024

SOBRE UNA PELÍCULA: CAMINO

 



 

Estoy frente a las lecturas de este II domingo  de Adviento.

Lecturas complicadas, lecturas difíciles. Pero más complicadas y  difíciles de encajar cuando las tenemos mal situadas.

Me van a permitir que me centre en una sola lectura para no pasar mi de un tamaño apropiado.

Y la lectura que escojo es la primera, de Abrahán (Génesis 22)

Casualmente, anoche, veía una película: “CAMINO”.

Parece ser está basada en un caso real. En una niña de 14 años, hija de una familia de miembros numerarios del Opus Dei, que se enfrenta a la tremenda enfermedad de un tumor cerebral que acabará con su vida.

El posicionamiento de este grupo religioso, el Opus Dei, de quien toma el título, resulta terrible de escuchar como planteamiento desde donde se razona sobre la trama de los acontecimientos, fundamentalmente en la madre y la hermana mayor.

Al irlos viendo aparecer en el transcurso del relato de la película, nos remite, a poco  que seamos asiduos de la Biblia, al  relato de Abrahán y el sacrificio de su hijo Isaac, leído e interpretado en un terrible enrocamiento literal. Y creo que, aparte  de deformar la santidad de Dios, se ha hecho mucho daño, y muchas veces, al ser humano en coyuntura vitales que requería de otras respuestas que buscaba esencialmente. Y todo por no comprender el texto bíblico. Y esto lo digo en nombre propio, que también sufrí fuertemente las consecuencias de estas posturas.

Dios no es cruel. Y si lo es, no es Dios. La crueldad no tiene cabida en Dios.

 

En la película, desde los razonamientos y la interpretación bíblica que el Opus Dei manejaba como respuestas, se decían cosas, a mi juicio, verdaderamente brutales. Por ejemplo, que Dios necesitaba del sufrimiento de la niña para hacer algo hermoso. Eso es tan tremendo como si decimos que Dios hace, permite, etc, los dos edificios de Valencia para hacer algo hermoso como mover los sentimientos de solidaridad.

No, señores del Opus Dei.

No, cristianos que seguimos poniendo en el corazón de Dios lo que en su corazón es inconcebible.

Precisamente el relato de Abrahán, frente a un entorno de sacrificios humanos y, actualmente, de manipulación del ser humano utilizando el nombre de Dios, , lo que pone de manifiesto es que Dios pone en valor máximo al ser humano y detiene, se opone, a lo que atenta contra él en cualquier manera de agresión.

La película resuelve con una profunda estética la dicotomía:

La niña es fuerte en Dios y desde ahí va situándose en su proceso pero se enfrenta con el dolor y la muerte en toda su dureza y lo llena de humanidad, de sentimientos humanos , de amor, de deseos de felicidad, etc, en su Jesús, compañero  y primer amor del que los ciegos subliman convirtiéndolo en espectáculo y aplausos.

La sonrisa final de la niña está llena de vida, no del patetismo del final de la obra mientras cae el telón.

Con el Dios de Jesucristo es la vida lo que tiene que triunfar y florecer, no las piedras dentro del zapato.

Un abrazo

José Luis Molina

25 de febrero del 2024

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