sábado, 3 de octubre de 2020

CITA DE AMOR ENTRE VIÑEDOS

 


Este domingo estamos de extraordinario. Las lecturas son de lujo.

En  la primera, de Isaías 5, 1-7,  nos podríamos quedar y tendríamos bastante. Es más, con tan solo los versículos 1y 2 a mi me bastarían, sin que eso quiera decir que infravaloro el resto.

Pero estos dos versículos son uno de los textos de amor que más me conmueven. Cuando los leo, mi alma se inunda de poesía y experimento, hasta en lo más hondo de mi, que el amor penetra por todos mis poros. Y me siento amado. Y sé que es verdad, que no es una alucinación. Las pocas palabras que componen el texto están tan llenas de fuerza vital que no necesitan más ni sobra ninguna. Más adelante, en el versículo 4,  hay  una frase concluyente: “¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho?.

Y me alegro que este texto de este domingo caiga en el 4 de octubre. Porque es la fiesta de Francisco de Asís. Y Francisco de Asís se sintió viña del Señor. Se supo amado como la viña y se enamoró con los cuidados que recibía, que eran la vida misma y la vida toda. Y por eso cantó al dueño de la viña desde la dulzura, la belleza y el amor con que se sentía rodeado.  Y por eso, este Francisco de Asís, sigue enamorando a los que han descubierto que la vida es un hermoso canto que resuena en la viña cuando la brisa se filtra entre las hojas, que deleita cuando se muestra en los racimos con tonalidades y brillos a pesar del polvo de la tierra, que se hace saludo y esperanza al amanecer, acción de gracias cuando el día cae y calienta al espíritu en la fiesta.

Francisco de Asís, por lo menos a mí, me ha ayudado a entender este canto de amor. Lo mismo que el otro Francisco, el de nuestro tiempo: “Laudato si” , cuidemos la casa de todos, la viña del Señor, gocemos de la dulzura de sus frutos porque el Señor tenía la viña para todos, la preparó para todos. Y alabemos  (Laudato si)  al Señor por la viña recibida donde no cabe hacer de ella lugar de competencia, de ostentación, dominio , envidia, desenfreno y muerte.

Por eso decía antes que me bastaban con los tres versículos. Pero hay que leerlos enteros, lo mismo que el evangelio. Ahí os lo dejo como tarea.

Francisco de Asís pudo. Los que siguieron no pudieron porque no se enamoraron de la viña y quisieron apropiársela para su goce excluyente.  El otro Francisco está pudiendo: se cogió de la mano de su tocayo. También necesita de las nuestras y nosotros caminar con él.





Y termino ya esta reflexión  de una forma desacostumbrada. Ha muerto Quino, el padre de Mafalda, el autor de Mafalda. Quino con ella y , a través de ella, ha ido también, durante muchos años, entonando el canto de amor por la viña del amigo. Y nos ha dejado a Mafalda, pero, seguro, que también entrará con él en la viña.

                   José Luis Molina

                                   4 de octubre del 2020

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