sábado, 10 de octubre de 2020

PARA LA FIESTA NO HAY QUE PASAR POR LA BOUTiQUE

 

 



 

El evangelio de hoy creo que es fácil de entender.

Ciertamente algunas cosas pueden chocar como las medidas que el rey toma contra los que no acuden a su llamada pero que hay que entenderlas desde el contexto cultural de la época y del propio texto: Un rey ofendido, en aquella época, no choca con medidas represivas y violentas. Y desde ahí creo que hay que entender toda la trama ambiental.

Pero donde tuve, en otro tiempo, dificultades para entender y aceptar era en la postura con el invitado que no iba con traje de fiesta.

Yo me preguntaba: Pero, bueno, ¿no es un Dios de los humildes y sencillos? ¿Por qué condena Jesús a una persona por no ir con ropas elegantes, lujosas, … de fiesta? ¿Resulta que al Dios de Jesús, - me preguntaba yo- le gustan los lujos, los ornamentos, las joyas, …? Y los pobres que no tienen para comer, ¿cómo iban a ponerse un traje de fiesta si harapos tan solo tendrían probablemente?,  -pensaba yo. No podrían ir a la fiesta. Entonces ésta era para la élite.

Y así choqué muchas veces. Me dijeron, como explicación,  que, para La fiesta del Señor, para el Señor, lo mejor. Así se justificaba el uso de metales preciosos y tejidos caros en la liturgia, en el culto. Hasta una vez oír decir a un obispo allá, por tierras del tercer mundo, , que aunque las personas vivan en chozas (mediaguitas) no importaba que los templos fueran magníficos pues ya que a ellos se les había negado tener esta magnificencia, por lo menos que pudieran disfrutar de ella cuando estuvieran orando, hablando, visitando al Señor.

Esto es terrible, pero real. Esto se ha utilizado para dar una imagen de Dios poderoso, que delega su poder en los poderosos que se lo apropian para someter a los humildes.

No, como en otras ocasiones, me quedaba en lo escrito y no llegaba a lo que me trasmitía:  El texto del evangelio no habla de trajes de seda o de raso, de joyas o de lujos y ostentación. NO. Habla de VESTIRSE DE FIESTA. Nada más. Si a uno lo invitan a participar en una competición en una piscina, y no se lleva bañador, pero va con un abrigo magnífico, de piel,  y con botas primorosamente lustradas, no podrá tomar parte de la competición. No lo dejarán llegar a la piscina. ………………………….

Va vestido y muy bien vestido, pero no va vestido de nadador, Y si no va vestido de nadador, difícilmente podrá participar en la competición que es a lo que lo han invitado. No hay ni correspondencia ni coherencia.

Si la fiesta de la boda del hijo es la vida, y en ella el Reino de Dios, ahora entiendo que IR VESTIDO DE FIESTA ES IR VESTIDO DE EVANGELIO.

Aquí lo dejo. Aquí os lo dejo. Esta reflexión la podemos completar cada uno  analizando con qué ropa de evangelio nos vestimos.

En la fiesta nos vemos. Luchando por la vida. Brindando por la vida. Festejando la vida para y con los demás.

Un abrazo

                                               José Luis Molina

                                                        11 de octubre 2020

 

 

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