sábado, 20 de mayo de 2023

EXPERIENCIA DE FE EN EL SER

 



 

 

A pesar de los siglos y a pesar de las experiencias, a lo largo de ellos, de numerosos testigos de la fe, experiencia mística, que no evasiva de la realidad, y, también, a causa de la ignorancia y desconocimientos esenciales en la transmisión  de la fe, aún hoy,  cuando se habla, se predica, se reflexiona y se ora en torno al acontecimiento  de la Resurrección, se plantea más como lo que llamaríamos revivir que como tal acontecimiento pascual. Y eso que tenemos la insistencia, en los relatos, en torno a la tumba vacía y la insistencia en que no busquemos la Vida en medio de la muerte y de los muertos. Esta insistencia significativa, como tantas otras, se ha tomado más como carácter de prodigio magnífico (aunque no hubo espectadores) que mantenernos en el empeño de la proclamación del triunfo de la vida buscando sus signos.

Nos hemos quedado en prodigios entre los muertos y por los muertos (reliquias, lugares, sepulcros, etc.

Y así nos encontramos a muchos, incluso a obispos, con su responsabilidad de magisterio,  hablando de revivir, lo que lleva consigo volver a morir, pero presentándolo como vida resucitada.

Yo me pregunto: ¿Nos cuestionamos mucho, o suficiente, sobre nuestra vida resucitada, diferente, distinta? Y, esto, a nivel personal y colectivo, comunitario.

Nos pasamos, por ejemplo, un tiempito viviendo el gozo pascual, cantando aleluyas,  transfigurados por palabras nuevas acuñadas con brillo y hechas arquetipos.

Pero viene viento, temporal de arena y agua, y nada de lo anterior sobrevive. No me digan que no se dan estos casos. Y, ¡hasta con frecuencia!. ¿Dónde pusimos los cimientos pascuales?

Creo que, con frecuencia , caemos en un error repetido.

Pienso que, una de las posibles causas sea, que no hemos superado la idea de lugar( nos hemos quedado en moradas físicas (evangelio de hoy) y no acabamos de asumir que la vida resucitada no consiste en un lugar donde morar sino en una esencia de ser. Así, creo, hay que entender palabras como  “dónde esté yo estéis también vosotros”, igualmente del evangelio de hoy.

Y lograrlo, para ello, es Jesús camino, verdad y vida (Los del Camino fue el nombre de los primeros cristianos).

Pero no consiste en ser “un doble” de Jesús, calcar las cosas que él hizo, etc. Consiste en que, ante las situaciones que la vida me va presentando, no escojo las situaciones de muerte porque sean más cómodas o más fáciles,  sino las que escogería Jesús en situación semejante a la mía. Eso es morar con él. Eso es participar de él. Eso es ir al Padre por él. Eso es ser, vivir, , construir vida nueva y diferente.

El proyecto de Jesús, su palabra, el asumirlo, nos da vida resucitada, no parcheos de vida para seguir en la muerte.

Hagámonos Pascua.

José Luis Molina

7 de mayo del 202

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