Esta noche, como tantas otras, soñé.
Esta noche, como casi todas, he
soñado.
Con los años he descubierto que, para
mi, al menos, soñar no es perder el tiempo. Al contrario es buscar espacios
para ubicar, en los lugares adecuados,
las experiencias vividas, de manera que intento ir logrando la armonía
en mi yo.
Pues bien, esta noche, una vez más,
he soñado.
Ha sido, ¿cómo diría yo?, un sueño un
poco trasnochado.
No soñé con nubes, ni con ángeles,
ni, al menos al principio, con el celeste del cielo o el verde de los prados.
Más bien, tendría que ver, con el reverbero de la luz en la nieve o la
transparencia del hielo al derretirse.
Soñaba, he soñado, soñé, con mi
jubilación.
He soñado que me estaba jubilando. Y
soñaba que jubilarme era seguir haciendo l que me gustaba pero sin asumir
responsabilidad. Como diría: Lo veía como un voluntariado de capricho.
Y aquello no encajaba. Ni me encajaba
a mi ni yo me veía encajado.
Anduve, de esta manera, a cuestas con
la jubilación. Y en esta etapa ardua del sueño, fue apareciendo el tiempo, el
calendario, y caí en la cuenta de que se estaba acercando la Pascua.
Muchas palabras se movían dentro de
mi como cuando lo hacen en una pantalla del ordenador, chocando con los lados y
rebotadas barriendo toda la superficie.
Y en esta rítmica danza, de pronto,
jubilación se mutó en jubilado y ésta en júbilo y, por último en jubiloso. Y
jubiloso anduvo buscando su lugar hasta
que se encontró jubiloso con la Pascua.
Ahí quedaron llenando la pantalla;
PASCUA
JUBILOSA.
Y entendí que la Pascua es la
expresión jubilosa de la Resurrección, es el sentido desbordante de la vida en
aquellas experiencias de resurrección tenidas.
Entonces comprendí que la jubilación
es cada vez que en mi andadura la vida quedó por encima de la muerte y cada vez
que, en el sepulcro de la vida alguien hace rodar la piedra..
No es ni el sepulcro ni la piedra
rodada. No nos quedemos en eso. No tengamos reliquias cuando la realidad está
viva. Ni el sepulcro ni la piedra rodada. Es el
hacerla rodar y, desde la experiencia de saber que está ahí, esperando
la hagan rodar, sentarnos encima de ella haciéndonos testimonio de ello.
Pascua jubilosa no se felicita, se
comparte. ¿Contigo quiero hacerlo?. ¿Puedo?
La pascua jubilosa no necesita de
tambores para festejarla. Toda ella es sinfonía cósmica. Es empezar[JLM1] a descubrir que vamos
adentrándonos en la armonía.
Un abrazo Pascual
José Luis Molina
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