miércoles, 3 de enero de 2024

LLENA DE GRACIA

 


 

 

Para mí, el 8 de diciembre, es una fiesta entrañable. Por eso, la reflexión  sobre esta fiesta no digo que no sea una reflexión teológica pero, de antemano, confieso que es una reflexión de mi teología particular, sin pretensiones. La llamo así porque en la manera de asumirla entra , desde mi comprensión de Dios, el modo en el que mi experiencia vital se vincula  con ese descubrirlo a él .

Desde que tuve uso de razón, el 8 de diciembre se celebraba el “Día de la Madre”. Se celebraba y lo seguí celebrando. Y lo sigo celebrando.

No sé por qué se determinó esta fecha para llenar el día de “maternidad”.

Después lo trasladaron a mayo. Pero yo, poco amigo siempre de que me impongan por donde tengo que dirigir mis pasos, seguí manteniendo el día 8 lleno de maternidad.

María, la que nos llegaba totalmente abierta a Dios, la llena de gracia, llenaba de maternidad ese día. María, la llena de gracia, transcendía el lugar, el espacio y el tiempo y se convertía en signo de fe, aspecto teológico, de la experiencia de Dios con voluntad de encarnarse.

Pues bien, en ese contenido universal de vida y maternidad, había un lugar donde me encontraba con mi madre, la mujer a través de la que llegué a la vida que en Dios tenía su origen.

Y todo ese contenido, armoniosamente amalgamado en esta fiesta, sigue ocupando un importante lugar en mis sentimientos y modula mi posición en ella desde la fe.

Quiero ver a María, la llena de gracia, como referente de la plena y radical apertura a Dios. María llega a la vida y, a través de ella, nos llega Jesús de Nazaret, el proyecto de vida de Dios para nosotros.

No hagamos de María una diosa. No lo necesita. María no necesita de nada que la distancie de nosotros. Todo lo contrario.

A una María que no sea permanente instancia referencial para nosotros, le habríamos arrancado su lugar como experiencia fundamental para nuestra fe.

Feliz día. Un abrazo

José Luis Molina

8 diciembre del 2023.

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